martes, 4 de junio de 2019

Miedo, ansiedad y futuro


Miedo. Ansiedad. Dolor en el pecho. Ausencia de aliento. Tristeza... todo por un mal día en el trabajo y por la incertidumbre del futuro, que subyace a todo lo demás. Soy débil, flojo, inane. Pinta negro, pinta muy mal. He conseguido algo, pero me será difícil mantenerme en pie cuando la ola llegue y lo arrase todo. Más que ola, huracán. Cuanto más necesito que mi familia sea un equipo, más se despedaza. O, quizás, empecé a preocuparme por el equipo cuando este se comenzó a separar...
  Miedo. Tristeza... son las dos emociones que más y mejor me definen. ¿He destronado hasta a mi sueño por mi temor al futuro? Quizás es lo único que no debería hacer. Pero... la opción inteligente es tener futuro para cumplir el sueño, ¿no? Pero... ¿cuándo? ¿Y si es lo que les pasa a todos? ¿Y si la gente, sencillamente, se olvida de lo que quería ser de niña? ¿Y si se rinden, solo para poder vivir hasta morir?
  Miedo. Ansiedad. Tristeza... el mundo adulto nos aplasta. ¿Quedarán ideales infantiles cuando se rompan todas las lanzas, cuando no quede nada de mí, cuando sea huesos entre las llamas, polvo en mitad de un viento cálido y huracanado?
  No debo ser cobarde, no ahora. Solo hay un futuro; solo hay un paso, y es el siguiente al anterior; solo hay un camino, el que transita hacia delante. Solo hay... solo queda... vida. Aunque pese admitirlo.

Solo existe una verdad. Solo hay un dogma. 
  Si paras, mueres.