lunes, 30 de agosto de 2021

Rata envenenada

Esto era una rata triste y solitaria a la que unos científicos inyectaron un potente veneno para estudiar sus efectos en el cuerpo.

Día y noche, tardes y mañanas, la rata gemía y lloraba, se retorcía de dolor y se revolcaba, ¡ay! Cómo se revolcaba en su propia inmundicia...

"¿Por qué es mi vida tan miserable? Señor, de un modo u otro, quiero que esto se acabe." Rezaba.

Viendo que la rata no se moría por sí sola, los científicos decidieron tirar al roedor dentro de un cubo lleno de agua, esperando que se ahogara. Lo que pasó les sorprendió sobremanera.

Cuando la rata se vio rodeada de líquido, hundiéndose inexorablemente en el cubo, empezó a chillar con más fuerza y a patalear, haciendo todo lo posible por mantener a flote la cabeza. Los científicos pensaron que solo era un reflejo, que pronto perdería las ganas de seguir viviendo pero, por más minutos que pasaban, la torturada alimaña seguía moviendo sus patitas con incansable eficacia, apenas lo justo para que su morro sobresaliera y pudiera respirar.

Los científicos decidieron sacar a la rata del agua y esperar a que se recompusiera. Tras varios instantes de sonoros jadeos, le preguntaron.

"Dinos, rata miserable, ¿por qué no te has hundido? ¿No era eso lo que querías, acabar con el suplicio? Entonces, ¿a qué se debe esa férrea insistencia por agarrarte a la vida?"

A lo que la rata de vida miserable, angustiada, exhausta y dolorida por el veneno, contestó.

"No tengo ni idea. Pero, si volvéis a echarme al cubo, actuaré de idéntica manera."



Si paras, mueres.



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